Little Haggi: En la maleta de Julia: Oporto (Portugal)

Oporto es de esas ciudades que van y vienen en el panorama viajero. Hay días que el mundo 2.0 se confabula para que diversos blogs hablen simultáneamente de ésta ciudad tan maravillosa como decadente.
Fue en uno de esos días que Julia (fotógrafa de profesión y amante de los gatos) se puso en contacto conmigo para colaborar "En la maleta de". Después de darme una vuelta por su recién estrenado blog (en el que tuve el placer de colaborar el otro día) y de ver la primera parte de su viaje a Oporto no pude hacer otra cosa que decirle que sí. En seguida entenderás por qué.

No te entretengo más, te dejo bien acompañad@ con Julia y su breve escapada a Portugal.

Escogimos Oporto por dos razones: porque eran los billetes más baratos de Ryanair en ese momento (acabamos de mudarnos y nuestra cuenta bancaria está tiritando) y porque sus fachadas decadentes me tenían enamorada desde que aparecían día sí y día también en mi feed de Instagram. Quería una ciudad con atmósfera, más que con una lista de ''cosas que hay que ver sí o sí'', sacada de Internet, y Oporto no me decepcionó.

Cuando pensaba en Oporto antes de salir de casa no me venía a la mente una imagen concreta, como cuando evoco Roma o París. Cuando llegué, descubrí que eso es porque Oporto tiene un poco de cada ciudad, una atmósfera única creada a partir de retazos de otros lugares. Callejuelas empinadas, motos por doquier, fachadas de aspecto colonial... es como una manta de patchwork.

Cuando hablo de atmósfera quiero decir que el cielo siempre tenía el color rosado que deja el Sol tras ponerse, que el aire olía a mar y a flores y que -igual porque paseábamos por la mañana- todo tenía un ritmo más lento y tranquilo que en España. Esa slow life que siempre me falta tiempo para intentar vivir en Madrid me envolvió durante toda la estancia en Portugal.

Mientras estábamos allí me comentó mi novio que todo tenía ese aire de las ciudades coloniales, que te indica que su tiempo ya pasó, pero que hubo una época en la que fueron impresionantes, y tenía razón. Las fachadas estaban derruidas y abandonadas, pero aún conservaban el esplendor que las caracterizó en tiempos pasados. Oporto es como una burbujita intacta dentro del mundo acelerado que nos rodea, un refugio que conserva el olor y el color del pasado.

La zona del río también es una auténtica pasada, sobre todo la vista desde arriba. El agua tranquila, los pájaros sobrevolándote y el silencio del Sol durmiéndose te llevan a otra época – o a otro mundo-. Pasear la vista sobre los tejados es una experiencia única.

Como recomendación especial, me gustaría mencionar el pequeño comercio-restaurante Mercearia das Flores, regentado por dos amigas y donde puedes comprar productos ecológicos hechos en Portugal. Puedes consumirlo allí o llevártelo a casa, nosotros comimos allí uno de los días y doy fe de que todo estaba delicioso.

En definitiva: si vas a Portugal, Oporto es parada obligatoria. Y si estás en casa con muchas ganas de viajar, ¡Oporto es tu destino! (Acuérdate de los billetes de Ryanair...).

Si después de ver las fantásticas fotografías de Julia te has quedado con ganas de más... ¡tengo una buena noticia para ti! Y es que en su blog te esperan la parte 1 y 2 (ésta es la tercera de la serie) de ésta escapada, breve pero intensa, de fin de semana :)