Cuando me escribió Andrea de Entre lugas para colaborar en "En la maleta de..." con éste viaje, no podía creérmelo. Naturalmente no me lo pensé dos veces y acepté encantada.
Ésta entrada bien podría empezar perfectamente con el clásico "Érase una vez, en un país muy lejano...". Porqué más que un diario de viaje es una historia, un cuento, y podría estar incluido perfectamente en las Mil y una noches.
Además, no empezamos a leerlo por el principio si no que nos enganchamos justo al final del viaje. Es extraño, pero a veces el final es el comienzo de todo.
Y ahora te dejo con Andrea, estoy segura de que te cautivará con sus palabras y que cuando acabes vas a querer más. A ver si entre tod@s la convencemos para que escriba el resto de aventuras en su blog.
Aún sigo en Chef-Chaouen y no sé cuándo volveré. En cualquier caso, nos leemos en los comentarios!
Jessica
Ésta entrada bien podría empezar perfectamente con el clásico "Érase una vez, en un país muy lejano...". Porqué más que un diario de viaje es una historia, un cuento, y podría estar incluido perfectamente en las Mil y una noches.
Además, no empezamos a leerlo por el principio si no que nos enganchamos justo al final del viaje. Es extraño, pero a veces el final es el comienzo de todo.
Y ahora te dejo con Andrea, estoy segura de que te cautivará con sus palabras y que cuando acabes vas a querer más. A ver si entre tod@s la convencemos para que escriba el resto de aventuras en su blog.
Aún sigo en Chef-Chaouen y no sé cuándo volveré. En cualquier caso, nos leemos en los comentarios!
Jessica
Nos habían dicho que el viaje iba a ser duro, y en cierto modo lo fue, aunque después de casi un mes viviendo en Marruecos ya estaba curtida en cuanto a impresiones. Qué importan 3 horas de viaje en un asiento roto, los casi 35 grados sin aire acondicionado, o una señora lavándose con agua los pies dentro del autobús. Para mí estas cosas, lejos de incomodarme, ya eran normales y formaban parte de aquella extraña y bonita aventura. Es la alegría de viajar.
Dejamos Fez y todo lo que había vivido en aquel viaje con rumbo a nuestro último destino. A medida que íbamos hacia el norte, todo el paisaje cambiaba y la temperatura se hacía más agradable, sobretodo cuando empezamos a subir la montaña. Atrás iban quedando pueblitos que nunca eran el nuestro, y parecía que el viaje nunca llegaría a su fin, cuando de repente, en una curva, apareció.
No, no es la niña de la curva, es Chefchaouen, también escrita simplemente Chaouen o Xauen, situada en las faldas de la cordillera del Rif, al norte de Marruecos.
Chaouen es una ciudad peculiar, que contrasta fuertemente con todo lo que había visto hasta ahora del país. De la sequía a la humedad y la vegetación; de los tonos ocres y dorados del desierto, a los verdes, blancos y azules. Sí, azules, porque Chaouen es, sobretodo, azul, el color de la tranquilidad.
Para mí hablar de Chaouen es como hablar de un micromundo dentro de otro más grande. A pesar de ser un pueblo escaparate, pues es muy turístico, no deja de impresionar por su situación geográfica, por sus intensos colores, por su esencia intacta, y por esa calma que envuelve a todo aquel que pasea entre sus calles.
Fundada en 1471 sobre un asentamiento bereber, la ciudad fue expandiéndose y cobrando importancia con la llegada de los moriscos y judíos expulsados de al-Ándalus. Fue considerada una ciudad sagrada, cerrada a los extranjeros, hasta que llegó la ocupación española para instaurar el protectorado.
A pesar de su larga historia, por suerte Chaouen apenas cambió su estructura medieval en lo que hoy es la zona antigua, es decir, la Medina, por lo que aún podemos viajar en el tiempo tan sólo adentrándonos un poco entre sus calles.
Así, nos encontramos con que la Medina de Chaouen es un laberinto de estrechos y largos callejones, escalones que suben y bajan y serpenteantes callecitas con fachadas encaladas en las que ocurre de todo. La cotidianeidad del día a día de sus gentes se entremezcla con lo especial del momento de los visitantes que llegan hasta aquí.
Y no es extraño que a todos les impresione, puesto que a diferencia de Sidi Bou Said, en Túnez (otro pueblito azul) donde sólo puertas y ventanas son de este color, en Chaouen todo es azul: puertas, ventanas, paredes, y hasta el mismo suelo está pìntado de azul.
Entrar en la Medina es entrar a un remanso de tranquilidad y quietud, donde uno pierde la noción del tiempo y se le agrandan los sentidos.
Entrar en la Medina es entrar a un remanso de tranquilidad y quietud, donde uno pierde la noción del tiempo y se le agrandan los sentidos.
¿Y por qué es azul? Yo escuché varias versiones diferentes, las mismas que en Túnez, y creo que ni los propios locales lo saben con certeza. La versión más extendida dice que para espantar a los mosquitos, pero yo me pregunto, ¿es que sólo hay mosquitos aquí? Otra de las versiones, a mi modo de ver más creíble, es que era el color con el que pintaban las casas los judíos, para diferenciarlas del resto, y con el paso del tiempo se extendió a toda la ciudad.
Lo cierto es que apenas estuve un día en este lugar, y no conocí mucho, pero puedo contar miles de historias que ocurrieron en tan sólo unas horas, junto a todas las personas que conocí allí y con las que compartí puntos de vista y conversaciones en diferentes escenarios, hasta casi el amanecer.
ALGUNOS DATOS DE INTERÉS:
>>Por toda la ciudad existen alojamientos lujosos y también más baratos para todos los bolsillos. En temporada alta es difícil encontrar alojamiento sin reserva, pero tampoco imposible: siempre sale alguien a ayudarte a encontrar algún alojamiento. Yo me quedé en el hostel Mauritania, 7€/noche. Está totalmente renovado y céntrico.
>>Recomiendo totalmente subir en la noche hasta lo alto de la montaña que queda por detrás: hay unas vistas espectaculares de toda la ciudad bajo las lucecitas de las farolas.
>>Mejor ir en temporada baja, hay menos turistas por lo que se puede disfrutar de la ciudad en toda su intensidad, aunque puede que haga un poco más de frío.
>>Sentarse a tomar algo en la plaza Uta el-Hammam, bajo ese imponente árbol, no tiene precio.
>>Aunque yo no fui por falta de tiempo, existen unas famosas cascadas que descienden de las montañas, en las que poder bañarse y pasar un agradable momento.
>>Igualmente por falta de tiempo no visité la Kasbah (una fortaleza amurallada donde antiguamente residía el gobernador con unos jardines preciosos), pero me lo recomendaron encarecidamente. Yo visité la del pueblecito de Rabat y por lo que vi merece la pena. También recomendable el mercado, donde me compré un racimo de uvas delicioso. También por toda la ciudad hay artesanías típicas de todo tipo.
>>Desde la plaza del parking sale un camino a través de la Medina, que lleva a las afueras, donde se encuentra un arroyo, un antiguo molino y donde aún se pueden ver a las lavanderas haciendo la colada.
>>Desde la plaza del parking sale un camino a través de la Medina, que lleva a las afueras, donde se encuentra un arroyo, un antiguo molino y donde aún se pueden ver a las lavanderas haciendo la colada.
Y es que Chaouen es compañía, es amabilidad, es tranquilidad, es color, es inspiración, es calma y es historia.
¿A quién no le importaría perderse entre sus calles?
Puedes seguir las aventuras de Andrea en su Blog y en Google + :)
(Las fotografías que ilustran éste post tienen todos los derechos reservados, propiedad de Andrea (Entre lugas). Por favor, no las uses sin su consentimiento.)
En un lugar con cultura tan distinta, siempre hay mil historias por contar. Daría para unas cuantas entradas.
ResponderEliminarYo estuve en Sidi Bou Said hace ya unos cuantos años y ya me enamoró el contraste del blanco de las paredes y el azul de las puertas y ventanas, así que ¡ese pueblito tan colorido me encantaría seguro! :) Y lo de los mosquitos también lo había oído...
¡Bonitas fotos, por cierto! El lugar es totalmente fotogénico jeje ;)
No sabía que habías estado en Sidi Bou Said! :D
EliminarChefchaouen enamora a cualquiera que tenga ganas de descubrir una cultura diferente, otra manera de ver la vida.
Quedó lindo Jessica! Quiero volver, ¿vamos? ;p
ResponderEliminarYa poco a poco estoy terminando de redactar todo lo que me queda en el blog, es que me falta tiempo! El próximo post espero que sea mi otra versión de Chaouen, con más fotitos, y así enlazamos las dos entradas :)
Me encantó colaborar en esta sección, ha sido divertido preparar la entrada, y como digo siempre, escribir sobre lo viajado es como volver a viajar.
Beso!
Genial, Andrea! Ya sabes que tengo muchas ganas de leer sobre tus aventuras :)
EliminarMe alegro! Para mí ha sido un placer tenerte de invitada :) Tienes mucha razón, cuando lo haces parece que los olores y las sensaciones vuelven con más intensidad.
No conozco Marruecos, pero me iría ahora mismo....
ResponderEliminarEsas fotos te llevan a otra época.. precioso!!
Un lugar atemporal :)
EliminarDoy fe que Chefchaouen es un pueblo maravilloso. Hace unos años fuimos de vacaciones a Marruecos y Chaouen fue uno de los sitios que mas me gusto. La verdad es que es un país que merece mucho la pena visitar.
ResponderEliminarEs un país de contrastes, por lo que contáis me da la impresión de que no tiene absolutamente nada que ver con Europa!
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